L.A. es sin duda una de las mayores rara avis que ha dado el indie rock español en los últimos 20 años. Un proyecto con un sonido totalmente americano y cantado en inglés que sin embargo -y ante la sorpresa del propio Luis Albert, tal y como reconoció en el concierto-, consiguió el favor de la crítica y el público en un país como España, en el que generalmente las bandas tienen que hacer el camino inverso si quieren reconocimiento: cambiar al castellano si cantan en inglés. L.A. llenan las salas de conciertos allá donde van y llevan casi 15 años de carrera sin bajar el listón ni artístico ni popular. Desde ese primer disco magnífico llamado “Heavenly hell” (2009) donde no sobraba ni faltaba nada, donde el sonido y las canciones eran fabulosos, donde la voz de Luis Albert ya se posicionaba como especial y donde figuraban un par de hits que aún hoy resuenan… no han parado de crecer hasta el momento presente. Su último disco de estudio es “Evergreen Oak”, un álbum grabado por Luis Albert durante el confinamiento en los montes mallorquines y que presenta un sonido y un discurso totalmente alejados de lo que L.A. nos tenían acostumbrados hasta ahora. Aún así, su público no falla: 100 personas acudieron a verlo en solitario el pasado sábado en La Lata de Bombillas de Zaragoza, en una gira un tanto atípica donde el músico da rienda suelta a su repertorio e historia personal. Y así, él solo, se subió a las tablas para desgranar un puñado de temas a guitarra y voz que la gente esperaba con un entusiasmo inaudito. Con canciones pertenecientes a todos sus álbumes, Luis Albert defiende un set list abierto en el que el público puede interactuar con el músico y pedirle su tema preferido. Así sucedió con “Elizabeth” precedida por una curiosa anécdota de la grabación de la canción. Y es que los temas que mejor siguen funcionando y que más calan entre su audiencia son los de su primer y ya mencionado disco; canciones como “Perfect combination”, “Hands” o “Crystal clear” siguen enamorando al público desde los primeros acordes. Con el acompañamiento a la batería de su técnico de sonido y amigo Víctor Humanes tocó algunas gemas de otros discos como “Leaving by the ocean” hasta llegar al clímax con “Outsider”, donde la gente se desató llegando hasta a bailar y saltar con el ritmo de los tambores. Y tras dos horas de show, con dedicatoria cumpleañera incluida, terminó con “Stop the clocks” quizá su canción más conocida y admirada. Sin duda estamos ante un músico que ha sabido sortear los escollos del camino y, haciendo siempre lo que su corazón le ha dictado, llegar hasta ese punto clave en el que un público fiel le sigue allá donde va.
La música de décadas pasadas sigue coronando los gustos del público que las vivió en …
Que dirán mis manos cuando intenten abrazar unas manos que se van (David Tello, 2001)
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