El cultivo high-tech de verduras prolifera en granjas verticales en EEUU

2022-08-12 17:35:52 By : Mr. Ben Peng

Provistos de una tablet por la que circulan miles de datos captados a tiempo real, los trabajadores de Bowery Farming se dedican, en un local gigantesco, a cultivar vegetales y hierbas aromáticas.

Bowery contrata a más programadores que agrónomos y, gracias a sus algoritmos, asegura, la empresa es 100 veces mas productiva por metro cuadrado que un terreno agrícola tradicional, y además utiliza 95% menos de agua.

En Newark, Nueva Jersey, AeroFarms gestiona la granja vertical más grande del mundo. Fundada en 2004, la empresa está considerada pionera del sector y, aunque no desvela sus cifras, asegura que actualmente obtiene beneficios tras haber estado cosechando pérdidas durante varios años. La compañía decidió desarrollar completamente sus propias tecnologías que hoy exporta por todo el mundo, con proyectos en China, Oriente Medio y Europa del Norte, según su cofundador Marc Oshima. En el almacén, construido en una antigua fábrica de acero en una superficie de 6.500 metros cuadrados y 12 metros de altura, se alinean siete enormes filas de estanterías metálicas con cajones negros con brotes de lechuga y de kale sobre una tela blanca. Sus raíces crecen en el vacío vaporizadas intermitentemente por soluciones nutritivas y las hojas se desarrollan bajo luces de neón, mayormente blancas, aunque Aerofarm está probando otras combinaciones de colores, siempre con el objetivo de encontrar el algoritmo óptimo para cada planta. Tras muchos proyectos fracasados, las granjas verticales tienen que demostrar su rentabilidad para poder ir más allá de un simple fenómeno de moda. 'Las mayores granjas verticales están teniendo problemas para ser rentables porque los gastos de inversión son muy elevados desde el principio', explica Henry Gordon-Smith, de la consultoría Agritecture. Estas compañías no son rentables hasta pasados seis o siete años, o tres o cuatro en el caso de los proyectos más pequeños, y los empresarios se centran en los jóvenes urbanos que ya han sido sensibilizados al cambio climático y a la importancia de una alimentación sana.

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