Toño Arellano | 1 diciembre, 20207 febrero, 2020 | Salud y Biología
El siguiente texto fue publicado originalmente en la página The Bold Italic por Mike Bentley:
Recibo mi dosis diaria de luz en este momento, un cálido baño de 10,000 lux. La inundación de lúmenes es emitida desde un panel vertical a unos 60 centímetros de mi escritorio en un ángulo para que cubra mi cara, pero me permita escribir. Continuaré con esta salpicadura de luz los días que restan de invierno. Me va a hacer feliz.
Esa es la premisa, al menos. Tal vez debería decir que me pondrá menos triste, ya que la dosis de resplandor está destinada a contrarrestar mi trastorno afectivo estacional (TAE), un problema que afecta a millones de personas que, ante la ausencia de luz invernal, pueden sentir una disminución emocional.
Antes de entrar en opiniones científicas sobre la terapia de estar con los ojos entrecerrados al lado de un foco, veamos las circunstancias que me llevaron hasta aquí. He tenido episodios depresivos de leves a moderados desde la adolescencia. Puedo describir el sentimiento como una asfixia sorda, un entumecimiento, una huída del mundo, un mundo oscuro que no tiene sentido.
Al verme envuelto en estado de depresión, no logro despertar por nada; es mi versión de hibernación. Lo que experimento es muy diferente a la depresión clínica, no hay pensamientos de autolesión, recurrente en algunos pacientes, los que a menudo requieren una intervención médica compleja. Para mí, usualmente son días de peso psíquico y desolación, y luego todo cambia, aunque no como resultado de algún evento o ritual para contrarrestarlo. En efecto, el albatros alrededor de mi cuello se corta repentinamente de su correa.
A causa de esa sensación parecida a los días en que las nubes cubren al sol, un amigo sugirió probar la terapia de caja de luz. Investigué, me convencí y pedí una prestada.
Psychology Today describe el TAE como un «trastorno depresivo mayor», lo que sugiere que es algo más estrangulador de lo descrito antes. Podría llamarse con mayor precisión «tristeza invernal». Algunos de los síntomas son sentimientos de tristeza, dificultad de concentración, poca energía; a veces tengo ese deseo de alimentos dulces o almidonados, por lo cual no estoy tan triste.
Las sesiones de 30 minutos con lámpara, incluso después de un par de semanas, todavía me parecen extrañas. Por lo general, los hago en la mañana, después del café, aunque no es muy recomendable, ya que la Clínica Mayo afirma que, además de la fatiga visual y el dolor de cabeza, podría experimentar «manía, euforia, hiperactividad o agitación asociadas con el trastorno bipolar».
Sigo las pautas de los fabricantes de las luminarias. Se recomiendan 10,000 luxes por 30 minutos, aunque algunas compañías dicen que puedes jugar con el tiempo y la distancia. Mi lámpara se encuentra lo suficientemente cerca como para alcanzarla y abrazarla, pero todavía no estoy de buen humor.
Investigaciones afirman que la luz durante un día soleado puede alcanzar los 100.000 luxes, por lo que las luminarias para tratar el TAE suministran una dosis para mantener mis niveles de serotonina, llamada hormona de la felicidad y cuya producción es desencadenada por la luz brillante. Incluso si la caja de luz es solo una décima parte de la dosis de un día soleado, es suficiente para el beneficio.
Después estoy un poco aturdido, como si despertara de golpe de un sueño y el brillo hace que mis ojos se cansen. Los expertos sugieren hablar con un médico antes de utilizar la terapia, debí hacerlo, pero como suelo automedicarme, lo dejé de lado. Estoy haciendo mi trabajo habitual, principalmente escribiendo mientras lo uso, así que me enfoco en eso mientras la lámpara se enfoca en mí.
La terapia de luz de espectro total se ha utilizado desde principios de la década de los 90 como tratamiento para los trastornos del estado de ánimo, así como para el acné y la psoriasis. En estos días, los cultivadores de cannabis incluso usan variantes de luces LED para alentar a sus amantes a florecer, dando otro significado a «luces felices».
Norman Rosenthal, el psiquiatra que abogó por el uso de la terapia de luz después de ser pionero en la investigación sobre TAE a mediados de los 80, afirma que sus descubrimientos iniciales se encontraron con un gran escepticismo en la comunidad médica, pero ahora su trabajo tiene una amplia aceptación. Sin embargo, no todos están convencidos.
Un estudio de 2016 citado en el Clinical Psychological Journal consultaron a 34,000 adultos en el transcurso de un año que dieron positivo por síntomas depresivos relacionados con el cambio estacional. La investigación tomó en cuenta la ubicación geográfica de cada participante (los inviernos más oscuros son en las regiones del norte), las horas relativas de luz solar y factores relacionados, pero no encontró conexión entre la disminución de luz y la depresión. Otro estudio se centró en las horas diurnas severamente acortadas en los inviernos noruegos y la falta de una mayor incidencia de tasas de depresión en estos lugares.
Si bien puede no ocurrir en masa, para muchos, incluso para mí, el winter blues es real. La depresión que he sentido en varias épocas del año siempre se intensifica en los meses oscuros, tanto que para finales de octubre aparece el miedo y provoca perder el control sobre mí.
Pero aplicar algunos de los regímenes contemporáneos de autoterapia parece ayudar. He meditado por las mañanas durante algunos años, y esa pausa tranquilizadora me da cierto fundamento. También practico ejercicio y una caminata al aire libre a menudo da un poco de impulso para seguir adelante. Y, diablos, paso mucho tiempo en Santa Cruz (en California), ese simple acontecimiento debería fomentar la felicidad, ¿no?
Han pasado pocas semanas desde que comenzó la terapia, por lo que aún permanecen muchos fotones fuera. No he tenido un episodio depresivo completo, pero no me he sentido demasiado bien. El «perro negro» de Winston Churchill ha tenido su nariz en mi puerta varias veces, pero no se ha subido a la cama.
En este momento, es difícil saber si la luz me ha traído “luz”. Un amigo se encuentra en un centro de cuidados paliativos y está a punto de morir, lo cual me preocupa mucho. Otras dos parejas con las que estoy cerca tienen problemas serios y no hay buen augurio para ninguna. Además, acaba de pasar el cuarto aniversario de la desaparición de mi dulce gatito Malibu.
Estoy preocupado en varios aspectos. Y luego el invierno. Incluso en Santa Cruz, el invierno tiene su oscuridad. Pero, como dije, no me he sentido abrumado, solo triste, y triste por una razón muy diferente al manto de la depresión, que suele aparecer sin razón.
La luz de hecho puede estar ayudando, así que mantendré mi rostro bajo el sol artificial por un tiempo más.
Aquí puede consultar el texto original.
Hola, Necesito comprar la lampara para la depresion estacional, tendrán disponibles Gañracias
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