¿Cómo es vivir en el campo de refugiados?

2022-09-09 17:34:11 By : Mr. Lobo Chen

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La vida se abre paso con dificultades en el campo de Moria.

Hernán Pané Saiz Lesbos (Grecia)

Rosier es la madre de Amir Hussein. Nazrin es la hermana de Neda. Son las mujeres las que llevan y organizan todos los quehaceres cotidianos de las familias en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos.

Pese a ello, esta vez les toca cocinar a los chicos y hermanos: Rohola y Zakario. Así se reúnen para cenar en la tienda de campaña Rohola, Neda, Ziagol —madre de Neda y Nazrin—, Cefgi —el pequeño bebé —, Zakario, Qandgol —madre de Cefgi—, y Sher Mohamed, el padre.

La familia se reúne para cenar.

Antes de llegar a Lesbos, Sher Mohamed fue comentarista de televisión. Todos ellos son hazares y provienen de la ciudad de Ghazni, situada en el centro de Pakistan, y hablan Farsi.

Ahora, residen en este campo de refugiados y sus alrededores, junto a unas 19.000 personas más refugiadas en un recinto preparado para albergar a unas 2.900. La situación ha llegado a un límite en que la Policía griega tuvo que emplear gases lacrimógenos contra los migrantes que habían abandonado el campo para protestar en la capital de la isla de Lesbos, Mitilene.

Neda, en el campo de refugiados.

Los hazares son un pueblo de habla persa, que vive en el centro de Afganistán y el suroeste de Pakistán. Son predominantemente chiíes y constituyen la tercera etnia de Afganistán, compuesta por unos cuatro millones de individuos.

Por la mañana, si les preguntas si han dormido bien, te responden:

La vida en el campo de refugiados de Moria se desarrolla entre los niños jugueteando, las tiendas y los cables tensores que sirven para tender la ropa. Andar por el recinto es ir esquivando basura y barro.

Las aguas fecales pasan y son presentes en todo momento entre las casetas, las tiendas y los niños que juegan y corren por todas partes. Y mientras esperan, las autoridades de Lesbos no recogen ni la basura que no para de acumularse en bolsas que son visibles en todas partes del campo: en zanjas, en los contenedores repletos y en los espacios de juego de miles de niñas y niños.

Entre ellos se puede ver a Neda, de 13 años, y a su hermano Zakario, jugando con la silla de ruedas. O a Amir Hussein, que padece parálisis cerebral, con su madre.

Neda y su hermano Zakario jugando con la silla de ruedas en el campo de refugiados.

Rosier es una madre soltera que vive sola con su hijo, porque su marido la abandonó tras saber que Amir Hussein era discapacitado. Al pequeño Amir lo llevan en brazos por el campo de refugiados, puesto que es impracticable para la silla de ruedas, con la que de vez en cuando juegan sus vecinos Neda y Zakario.

Un voluntario ha informado al padre de la familia que la primera entrevista que determinará su futuro no será hasta de aquí a 18 meses. Nazrin, de 25 años y hermana de Neda, se pregunta: “¿Cómo puede ser?”.

“Dejamos Afganistán porque era muy peligroso, cada noche moría gente en mi barrio. Fuimos a Irán y allí pasé a compartir lengua y costumbres, pero sufrimos racismo que por parte de la población, la policía y el gobierno, que no nos dejaba acceder a médicos y a una educación para mi y mis hermanos”, relata Nazrin.

“Nos obligaron a salir del país, cruzamos a Turquía, siempre pensando que cada país sería mejor que la situación que dejábamos atrás, pero allí también nos rechazaron y no nos dejaban trabajar”, sigue narrando Nazrin: “Queríamos llegar a Grecia y la Unión Europeo, pero en estas condiciones, ¿cómo podemos estar un año y medio hasta tener la primera entrevista y luego seguir esperando la resolución? ¿Cómo es posible este retraso en el proceso de registro, identificación y solicitud de asilo?”, lamenta.

Ante la dejadez de la Unión Europea y de las autoridades griegas, no es extraño que, en la entrada del campo de Moria, haya una pintada en la cual se puede leer “They killed ours dreams” (Ellos mataron nuestros sueños).

En este contexto, son las ONG las que ayudan a los refugiados, como los médicos voluntarios que realizan la asistencia a los partos.

Pero, cualquier contratiempo es un gran impedimento, como que se estropeen los ecógrafos, un caso íntimamente relacionado con la historia de Amir Hussein.

Cuando esto pasa, organizaciones como Rowing Together deben apelar a la solidaridad ciudadana a través de las campañas de donaciones en su web y en las redes sociales.

Rosier y su hijo Emir Hussein.

Tras las últimas protestas, la policía está llevando a cabo detenciones. Hay temor entre los refugiados por que los devuelvan a Turquía.

Pese a todo, como afirman: “I want to survive hell”... Quiero sobrevivir al infierno.

Sobreocupación en el campo de Moria.

La vida en el campo de Moria.

Pese a las penalidades en el campo de Moria, no falta una sonrisa.

Los muros del campo de Moria.

La familia reunida para comer.

Escenas de la vida en el campo de Moria.

Escenas de la vida en el campo de Moria: el barbero.

Tienas de campaña en torno al campo de Moria.

El campo de refugiados de Moria.

El campo de refugiados de Moria.

La basura se acumula en el campo de refugiados de Moria.

La vida en el campo de refugiados de Moria.

Los niños y niñas del campo de Moria.

Los niños y niñas del campo de Moria.

Los niños y niñas del campo de Moria.

Los niños y niñas del campo de Moria.

Los niños y niñas del campo de Moria.

Niños y niñas en el campo de Moria.

La infancia en el campo de la isla de Lesbos.

La infancia en el campo de la isla de Lesbos.

Retrato de la infancia en Moria.

Retrato de la infancia en Moria.

Retrato de la infancia en Moria.

Niños jugando en el campo de refugiados.

Retrato de la infancia en Moria.

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